Misión y efecto

El sonido tiene la capacidad de modificar el ritmo de nuestras ondas cerebrales, el latido del corazón y la respiración, fenómeno conocido como resonancia forzada. Esto ocurre cuando las vibraciones más potentes de un objeto sincronizan las menos potentes de otro, armonizando su frecuencia.

Cada tipo de onda cerebral está vinculada a un estado de conciencia, y los cuencos pueden guiarnos hacia un viaje interior de plenitud y vacío —lo que los maestros Zen llaman “llenarse de vacío”—, invitándonos al silencio interno.

En ese espacio, podemos ir más allá de los límites del intelecto y adentrarnos en la paz del alma, obteniendo una nueva percepción de nosotros mismos y del mundo.